PRESENTACIÓN DEL LIBRO TITIRIMUNDI,
DE ANGEL BRAULIO DUCASSE,
EN LA CASA DE LA CULTURA DE GUAREÑA,
EL DÍA 30 DE OCTUBRE DE 2010
Estimados amigos, gracias por su presencia en un acto cultural tan interesante como lo es éste, toda vez que el homenajeado es un ilustre paisano de ustedes, a quien las terribles circunstancias de la guerra civil, llevó a la muerte a la edad de treinta años, por el mero hecho de tener ideas políticas contrarias a la de sus represores. Que el ejemplo de una vida segada en plena juventud, sea una lección para todos los presentes y un acicate para seguir trabajando por la paz, la libertad y la democracia en este país.
Gracias, naturalmente al Excmo. Sr. Alcalde, don Rafael Carballo López, al Concejal de Cultura, don Jesús Espino Morcillo y al Gestor Cultural, don Fernando Pascual Moreno, por habernos facilitado el trabajo de presentación del libro y de aportar su ayuda en la publicación del mismo, en un magnífico ejemplo de tolerancia a las ideas de los ciudadanos extremeños, así como una apuesta por intentar recuperar la memoria cultural de este magnífico pueblo que es Guareña.
Un pueblo con el que tengo muchas relaciones, no solo de paisanaje (he nacido en Santa Marta de los Barros), sino también familiares, ya que mis suegros son nacidos en este mismo pueblo, mi mujer se siente muy ligadas a sus raíces extremeñas, y aquí entre los asistentes tengo a muchos familiares y amigos a los que le agradezco su presencia, especialmente al Presidente de la Asociación Cultural “Luis Chamizo”, don Pedro Fernández, por su inestimable ayuda.
Mi vinculación con los ambientes extremeños en Madrid (soy Vocal de Cultura de Beturia/Ediciones, editorial que publica este libro y que la formamos y mantenemos los mismos extremeños; Bibliotecario del Círculo extremeño de Torrejón de Ardoz y, actualmente y desde hace seis años, Presidente de la Federación de Casas Regionales en la Comunidad de Madrid (FAECAM), que engloba a 25 Casas o Asociaciones, con más de treinta mil socios, naturalmente la mayoría de ellos de ascendencia extremeña, aunque nuestras puertas estén abiertas a todos aquellos que quieran conocernos y disfrutar de nuestra cultural, de nuestras tradiciones, de nuestro folklore… y de nuestro vino, que también es cultural digna de probarse con frecuencia), mi interés por la Cultural de mi tierra, ha hecho que durante más de treinta años venga trabajando en la recuperación de nuestras señas de identidad, es decir de nuestra Historia, de nuestra Cultura, toda vez que considero que un pueblo que desconoce su historia, su cultural, es un pueblo condenado a desaparecer por falta de referencias. He repetido muchas veces, queridos amigos, preferentemente en las Semanas Culturales de nuestras Asociaciones y en las distintas charlas y conferencias a la que soy invitado, que uno de los grandes problemas que actualmente tiene Extremadura, que tenemos los extremeños, tantos los del interior como los del exterior, es el gran desconocimiento que tenemos de nuestra propia historia, de nuestra gran riqueza cultural, que debían de ser el gran aglutinante en estos nuevos tiempos de autonomía. No se puede defender aquello que se desconoce. No se puede luchar, ni social ni políticamente por lo que es ajeno a nuestro conocimiento. Es una lección que otras comunidades, más desarrolladas que la nuestra en materia cultural, nos vienen dando día a día y que ponen sobre la mesa de negociación con el Estado Central en cada una de sus negociaciones: sus señas de identidad cultural, lingüística, histórica, etc. Pero Extremadura, quiero señalarlo hoy en este acto cultural, que hasta hace unos años parecía que no tenía historia propia, que era un inmenso territorio vacío de contenido histórico al oeste del país, tiene, tenemos, que reclamar lo que por justicia y veracidad nos corresponde. Basta levantar los ojos en un viaje por nuestras ciudades, para ver en sus palacios, en sus conventos, en sus castillos, en sus casas fuertes, los escudos de las grandes familias que conformaron, en otros tiempos ya lejanos, a este país que hoy llamamos España. Ellos nos señalan que gran parte de la historia y la formación de nuestro país, se llevó a cabo en suelos extremeños y que Extremadura aportó, con sus hombres, buena parte de su glorioso y turbulento pasado.
Y tenemos y debemos de reclamar, desde el conocimiento más profundo de nuestro importante patrimonio cultural, la gran aportación de nuestros hombres a la historia de las Letras, de las Ciencias, de las Armas, de la Política. Volver a redescubrir las figuras y las obras de hombres que fueron unos adelantados a su tiempo y que hoy, por nuestra desidia como pueblo, permanecen en un insultante olvido.
De esta forma, en 2004 aparecieron dos tomos que tenían como finalidad el rescate bio-bibliográfico de personajes extremeños, que si bien muchos de ellos nos eran conocidos por dar nombre a muchas calles de nuestros pueblos, en realidad, desconocíamos la gran importancia que estos personajes habían tenido en el devenir de la historia de nuestro país, y por consiguiente, de nuestra región extremeñas: Donoso Cortés, Menéndez Valdés, B. J. Gallardo, Felipe Trigo, Antonio Rodríguez-Moñino, Benito Arias Montano, Carolina Coronado, Luis Chamizo, y así hasta un total de VEINTITRES biografiados, a los habría que añadir otros NUEVE escritores, que figuran en el tomo tercero, pendiente en estos momentos de publicación, en el que figura en lugar destacado el filósofo y poeta Eugenio Frutos Cortés, nacido en Guareña y muerto en Zaragoza, lugar donde descansan sus restos.
Pero en Guareña había nacido un tercer poeta, cuyo trabajo de recuperación nos estaba reclamando a gritos salir del purgatorio del olvido al que se le había condenado a consecuencia de su traumática muerte, momento que afortunadamente ha llegado con la reedición de su primer poemario publicado, y en el mejor lugar posible como lo pueda ser la Casa de la Cultura de su pueblo, rodeado de su gente. Estoy seguro, para aquellos que tenemos Fe, que hoy sus restos se estarán removiendo de contento en su fosa común de “La Mina”, en la carretera de Don Benito, donde descansan, y que agradecerá a su pueblo y a su gente, este acto de homenaje de un hombre de Letras, que, estoy seguro, luchó y quiso para su país, desde su ideología, lo que todos queremos al unísono: paz, libertad y prosperidad.
Me estoy refiriendo, naturalmente, a Angel Braulio Ducasse, nacido en Guareña el 1 de julio de 1906 y fusilado en su mismo pueblo en los últimos días del mes de agosto del año 1936, como nos señala su partida de defunción, pagando con su joven vida, como otros muchos españoles de uno y otro bando, los odios y malquerencias de tantos años de malos entendimientos políticos y sociales.
No mucho conocemos de la vida y quehaceres del personaje, aunque poco a poco y con paciencia de investigador, hayamos podido perfilar su figura social hasta el momento de su fatal destino.
Hijo de familia acomodada, asistió al colegio de monjas que por aquellos años existía en Guareña, en cuyas aulas se recogían a los alumnos de familias con mayor poder adquisitivo, para después hacer el Bachillerato en el por entonces elitista colegio de los Jesuitas de Villafranca de los Barros o, en el de Sevilla de la misma Compañía, para terminar sus estudios de Derecho en Madrid.
Conocemos su gran afición a la lectura, de la que nacería su necesidad de escribir en momentos muy especiales de la historia de España como lo fueron los años de la Dictadura primorriverista y después de la II República, manteniendo una actitud de defensa conservadora (llegó a militar, como tantos otros jóvenes de su tiempo, en Falange española) y de clara oposición a los movimientos anarco revolucionarios que por aquellos años ejercían su predominio en la política española. Hombre muy amante del orden social y de la autoridad política, no podía entender, desde su mentalidad conservadora, el grado de anarquía y de desorden al que se había llegado en aquellos años convulsos del primer cuarto del siglo pasado.
A Ducasse se le podrá acusar de muchas cosas, pero de lo que no se le podrá acusar, y esto habrá que matizarlo muy claramente, es de desinterés por los temas sociales de su entorno, como podemos constatar por sus escritos en los periódicos extremeños de aquellos años, en los que él era corresponsal. Ducasse sabía que los primeros responsables del deterioro político y social eran los grandes propietarios de la tierra que la utilizaban como arma de presión contra los desheredados y braceros que pedían solución para sus eternos problemas de injusticia.
Extremadura, por los años 20-30 del siglo XX no era el mejor lugar para un hombre con amplias inquietudes culturales y sociales. De hecho, el círculo en el que movía Ducasse era muy reducido, teniendo buena amistad con sus paisanos Frutos, quien abandonaría muy tempranamente su tierra de nacimiento; Chamizo, embarcado desde hacía muchos años en levantar un negocio ruinoso heredado de su padre y casado con una mujer socialmente señalada de la vecina Guadalcanal y, el mejor de sus amigos y compañero de infortunios, el escritor, crítico y editor de Don Benito, Francisco Valdés Nicolaus, descendiente de familia terrateniente, cuyo destino sería el mismo que el suyo, siendo fusilado en las tapias del cementerio de su pueblo, el 4 de septiembre del mismo año 36.
¿Qué nos ha hecho trabajar en la recuperación de este primer poemario de un hombre hoy olvidado como lo es Ducasse? Primeramente, dar a desempolvar el trabajo de un poeta extremeño que no puede ni debe quedar en el olvido. Creemos firmemente que es importantísimo recuperar nuestro pasado, conservarlo y darlo a conocer; que es tarea que nos incumbe a todos, especialmente a quienes tenemos la obligación de diseminar nuestra cultura y de enriquecer nuestro presente con nuestro pasado, con nuestra historia. Segundo, la feliz circunstancia de que apareciera en manos de otros gran poeta de Guareña, Manolo Romero, un ejemplar dedicado a su abuelo, y que éste, estando al tanto de nuestra labor de recuperación de la memoria literaria extremeña, generosamente lo pusiera a nuestra disposición, antes de regalarlo a la biblioteca pública de Guareña, como ahora vamos a hacer. Tercero, tener la feliz posibilidad de que una pequeña pero inquieta editorial dirigida por extremeños del exterior aceptara nuestra oferta. Y cuarto, que el Ayuntamiento de Guareña, a través de su Consejería de Cultura, apoyara nuestra oferta y diera el visto bueno a tan acertada como necesaria recuperación del trabajo de uno de sus hijos.
Del contenido del libro, ustedes son los mejores críticos. Naturalmente, en su lectura hay que tener en cuenta que es un libro primerizo de un hombre joven pero culto, que a su edad domina perfectamente la métrica, pero al que le faltó tiempo y dedicación para hacer su gran obra.
Nosotros, por nuestra parte, hemos cumplido nuestro compromiso. Con la Cultura y con nuestra tierra extremeña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario