martes

FACUNDO INFANTE, UN SOLDADO Y POLÍTICO QUE HONRA A EXTREMADURA

 
La mañana del 19 de febrero de 1786 arrastra vientos muy fríos que dejan las calles del pueblo vacías mientras las agujas de los carámbanos se descuelgan desde los tejados de las casas y desde las cornisas de su alta y elegante iglesia; las riberas de los ríos y los numerosos humedales que circundan el caserío están helados en estas primeras horas de la mañana y solamente el humo de las chimeneas señalan que la vida sigue en el poblado, aunque esta vida esté circunscrita al interior de las viviendas. En una de las calles principales del pueblo, se oye el paso de dos caballerías que arrancan chispas de fuego del empedrado mientras que los dos cabalgantes se saludan displicentemente:

- ¡Aaaay, Remigio! ¿ahonde vas con estos frios. Se te van a quear los deos como bellotas?
- ¡Hyyyaa, Renco!, hay que trabajá. Peó lo estará pasando señá Catalina, que por lo que veo está pariendo.





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