sábado

Luis Chamizo


Ricardo Hernández Megías
Hogar Extremeño de Gran Vía, 59-4º
Viernes 17 de marzo de 2012



Para hablar de la obra del poeta de Guareña Luis Chamizo Trigueros, de la importancia de su obra en castúo, deberíamos hacer antes algunas apreciaciones, principalmente sobre el momento político en que se escriben sus obras y la adscripción literaria en que el poeta por decisión propia milita.
Sobre la primera propuesta, la política, deberíamos señalar que España estaba a principios de siglo en franca deriva, una vez que en 1898 habíamos perdido las últimas colonias de ultramar (Cuba y Filipinas) dejando en sus suelos los últimos jirones de nuestro maltrecho ejército y la más completa ruina económica al secarse la fuentes de donde se recibía el oro que de manera harto deficitaria venía hasta esos momentos manteniendo la estructura política de la Corona española. Por otra parte, las colonias africanas están en estado de guerra contra la metrópolis y, nuevamente, los políticos españoles son incapaces de encontrar la solución para un grave problema que los traerá de cabeza durante muchos años y que tantas vidas y tanto dinero costará mantener hasta su resolución por las armas, al mando del general Primo de Rivera.
Son años de desconcierto donde los escritores se alían contra el gobierno y buscan una solución, aunque sea literaria, para estos nuevos tiempos. Si leemos la obra de los más importantes escritores de la época: Unamuno, Baroja, Valle-Inclán, Maeztu, etc., veremos que su obra, en general, es un alegato contra la ruina política y social a la que los políticos del momento han condenado a España y una toma de posición de cara al futuro. Estos escritores serán conocidos en el mundo literario con el nombre de Generación del 98.
Esta toma de posición, no sólo del mundo de la Cultura aunque nosotros nos aferremos a ella para nuestro trabajo, hará que los pueblos españoles, las distintas Comunidades históricas, busquen sus propias señas de identidad y comiencen a reivindicar sus propias opciones de autonomía e, incluso de independencia. Naturalmente, ayer como hoy, será la lengua el primer factor desestabilizador para este proyecto de segregación. En estos tiempos de los que hablamos aparecerán las obras en gallego de Rosalía de Castro o las de Curro Enrique, en Cataluña aparecen las obras en catalán de Maragall; en Murcia tienen un éxito sin precedente las obras de Vicente Medina, etc. También Extremadura tomará parte de esta reivindicación de sus señas de identidad a través de la lengua, con la publicación de las obras de dos importantes poetas: el salmantino-extremeño José Mª Gabriel y Galán, éste de manera muy discutible dado que era un hombre de profundas convicciones españolas y acusada religiosidad, y con más firmes criterios reivindicativos, la obra del escritor de Guareña (Badajoz), Luis Chamizo Trigueros.
Vamos nosotros a centrarnos exclusivamente en el segundo, objeto del acto de hoy, con motivo de la presentación de la bellísima litografía hecha por su paisano Damián Retamar sobre el cuadro que no hace muchas fechas se inauguró en la Casa de la Cultura de Guareña, regalo del mismo autor.
Para comenzar, recordar que Luis Chamizo Trigueros nació en Guareña un 7 de noviembre de 1894 en el seno de una familia humilde donde el padre tenía una tejera y se dedicaba al oficio de la alfarería, oficio que con inteligencia y tesón había convertido durante algunos años en un próspero negocio al modificar las líneas convencionales de las tinajas para el vino y convertirlas en conos, mucho más prácticos a la hora de aprovechar los espacios de las bodegas. Esta momentánea mejora económica sería aprovechada por el padre para mandar a estudiar a su único hijo a Sevilla, una vez finalizados los estudios primarios en las escuelas de su pueblo. En la capital andaluza terminaría Perito Mercantil, estudios que no satisfacen al joven Chamizo, que deslumbrado por las noticias que le llegan de la capital de España decide trasladarse a ella para hacer los estudios de Derecho.
Conocemos por noticias del propio Chamizo sus años de estudios en Madrid, su asistencia a las abundantes tertulias de cafés, tan prolíficas por aquellos años, sus andanzas bohemias y sus primeros e importantes pasos en el mundo de la poesía. Finalizados estos estudios y sin un trabajo a la vista, regresa a su pueblo donde ayuda a su padre a comercializar el producto de sus trabajos en los hornos familiares, tanto por los pueblos de la comarca de la Serena como por los de la cercana provincia de Ciudad Real, tan abundante ambos en la producción de caldos de vino. La dificultad del transporte del producto por imposibles carreteras de tierra y la falta de recursos económicos harán que el joven abogado elija para pernoctar las viajas casonas o parideras abandonadas del campo extremeño, o los viejos chozos de pastores y carboneros tan abundantes por aquellos años en todas las zonas boscosas de los montes de las comarcas señaladas.
Será el contacto con estos pastores, piconeros y jornaleros del campo extremeño, principalmente de procedencia castellano-leonesa, la raiz de sus futuros trabajos poéticos, una vez que sea éste el camino que decida seguir.
Pero antes de adentrarnos por estos caminos, vamos a apuntalar algunas consideraciones necesarias para entender la poesía de Chamizo.
Se le ha llamado en muchas ocasiones el poeta tinajero, señalando una adhesión a un oficio que él nunca ejerció, más que como ayuda comercial a los problemas de su padre. Esto nos podría llevar a pensar –así se ha señalado en más de una ocasión–, que Chamizo es un poeta rural, autodidacto, sin una planificación previa de su obra. Nada más incierto que esta idea. Luis Chamizo es un poeta culto que conocía como nadie los movimientos literarios de su época. Sus años en Madrid como estudiante de derecho le pusieron en contacto con muchos de los poetas de la que sería llamada, años más tarde, Edad de Plata de la poesía española. En Madrid estaba su paisano Eugenio Frutos, no muchos años después considerado uno de los hombres más relevantes del panorama cultural español y miembro de dicha generación, que le proporcionaba las novedades literarias que iban saliendo. Otra cosa es que Chamizo, que había conocido a fondo el movimiento modernista que había introducido en España Rubén Darío y seguido Francisco Villaespesa, Salvador Rueda, Emilio Carrere, etc., no quisiera seguir el camino poético de su paisano y se aferrara el ya conocido campo modernista, en donde hay que circunscribir su poesía.
Creemos que Chamizo, aun siendo un buen poeta, está demasiado valorado, mucho más por los extremeños que lo han convertido en un icono a nivel regional, como en años anteriores y por motivos exclusivamente sociales lo fue Gabriel y Galán, pero esto nada resta para reconocer que es un gran poeta. Es más, nos atrevemos a asegurar que si a los poemas de Chamizo le quitamos la música y la letra castúa, lo que queda en una gran obra que tan sólo la desgraciada y temprana muerte del poeta lo ha limitado a ser un poeta regional. Naturalmente es una valoración personal y así hay que tomarla.
La guerra civil será el factor más importante y desestabilizador en la vida del poeta. Chamizo, por su formación académica y religiosa era un hombre conservador que participa, junto con los hombres más interesantes del panorama cultural de la zona, en distintos medios escritos de clara tendencia contraria a la República. Casado con una mujer de Guadalcanal, Virtudes Cordo Nogales, se presentará en las votaciones municipales en tiempos de Primo de Rivera, consiguiendo ser proclamado provisionalmente alcalde de dicho pueblo, en abril de 1924 y un mes después será designado como académico de la Real Academia de las Buenas Letras de Sevilla. Los fusilamientos de sus amigos literatos Francisco Valdés, en Don Benito y de Ángel Braulio-Ducasse en Guareña, le marcarán definitivamente. Él era ya en aquellos años un poeta referencial en el cerrado mundo literario de su tierra extremeña, un poeta que había conseguido la fama con su primer poemario, El miajón de los Castúos, Editorial Pueyo 1921, que se convirtió en un verdadero fenómeno literario en toda España. En 1932, siguiendo los pasos de su primera obra, publicará la obra de teatro, Las Brujas, también en castúo, que será puesta en escena con gran éxito en muchas ciudades españolas.
Luis Chamizo, sobrecogido por los terribles acontecimientos de la guerra tiene miedo y se refugia en su pueblo de Guareña, donde cuenta la leyenda que sus propios obreros le salvaron la vida ocultándolo en uno de los cono del almacén. Cuando termina las hostilidades bélicas, el panorama extremeño ha cambiado de tal manera, que el poeta no la reconoce y determina marchar a Madrid buscando una seguridad para su esposa y sus cinco hijas de la que carece en su tierra.
La última obra publicada por Chamizo se titula Extremadura, esta vez en castellano, en 1942, que es parte de un amplio proyecto que tenía en mente el autor y que ya no llevaría a cabo nunca. Alejado de su tierra, de sus raíces, de su inspiración, en una ciudad completamente ajena a sus sueños, Madrid, donde se dedica a dar clases de declamación (Chamizo tenía fama de ser un rapsoda), muere el poeta un 24 de Diciembre de 1945, sin, que nosotros sepamos, vuelva a escribir un sólo poema. Sí sabemos que a su muerte dejó inéditas dos pequeñas obras de teatro, así como un libro de juventud del que no sabemos que ha sido de él.
Después de muchos años de total olvido de su tumba en el cementerio de La Almudena, por voluntad de sus paisanos y con el correspondiente permiso de sus hijas, el 7 de noviembre de 1994, sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de su pueblo natal, en donde reposan en un bello panteón de granito pagado por suscripción popular, del que participó muy gustosamente quien estos apuntes escribe.
El último acto de desagravio –o de homenaje–al poeta extremeño lo ha realizado el pintor que hoy nos deleita con su trabajo, Damián Retamar, quien hace poco más de un mes regaló a la Casa de Cultura de Guareña, el hermoso cuadro que después ha litografiado para placer de los amantes de la obra del poeta y que nosotros ya he colgado en las paredes de nuestra casa. Esperemos que el cuadro complete el ambicioso proyecto del Excmo. Ayuntamiento de Guareña de traer desde Guadalcanal la biblioteca del poeta para que quede ya definitivamente en la Casa de la Cultura. Gracias Damián por permitirnos hacer estos apuntes biográficos sobre el poeta y gracias por tu magnífica obra pictórica.



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