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LA CUESTA DE CLAUDIO MOYANO

LA CUESTA DE CLAUDIO MOYANO O CUESTA DE LOS LIBREROS
(MEMORIAS DE UN BIBLIÓFILO COMPULSIVO)

Ricardo Hernández Megías
Abril de 2012


Los que habitamos esta enorme ciudad en que se ha convertido Madrid a partir de los años 50 y 60 del pasado siglo, podríamos decir que es, o parece ser a primera vista, una ciudad deshumanizada, donde puedes caminar durante horas por sus calles y plazas sin recibir un saludo o sin que nadie ponga sus ojos en tu persona. Madrid te convierte en un ser invisible; no existes como ente individual y pasas a ser un número más de la enorme masa de ciudadanos que caminan por sus calles en su diario quehacer laboral o, en estos últimos años, en su inusitada búsqueda turística.
Feria del Libro 1928

Podríamos decir lo mismo del conjunto edificable y monumental de la gran ciudad. El todo Madrid parece que ha ido borrando las peculiaridades características de los distintos barrios que como un gigantesco puzle componen el enrevesado y apasionante conjunto de una de las más bellas ciudades de Europa. Sin embargo, basta con pasear por sus calles, sus plazas, sus numerosos y hermosos jardines, tapear en sus bien surtidos bares o sentarse a disfrutar de su privilegiada temperatura en una de sus numerosas terrazas, para discernir que Madrid sigue siendo una ciudad acogedora tanto para el que la vive como para el que la visita, siendo uno de sus máximos valores el agradable trato de sus habitantes, siempre dispuestos a ayudarte en caso de necesidad o apuro.

El gigantesco Madrid tiene cientos de rincones merecedores de conocerlos, de explorarlos y de disfrutarlos: el Madrid de los Austrias (con su Plaza Mayor, el conjunto monumental del Palacio Real o la Catedral de la Almudena), el popular barrio de Lavapiés (con su dominical Rastro), sus grandes y monumentales avenidas adornadas de numerosos árboles ornamentales; sus bellas fuentes; las fachadas de sus casas dieciochescas o sus palacios; sus barrios “nobles” hoy reconvertidos en barrios comerciales de super lujo (barrio de Salamanca y Chamberí); la plaza de los condes de Baraja, mercado de pintores y artesanos; los pulmones verdes de Madrid, como lo puedan ser El Retiro, el Parque del Oeste, la Casa de Campo, el Parque de El Capricho, el Parque de Tierno Galván, el nuevo y magnífico Parque de Entre Ríos, etc., que todos juntos y los que faltan por enumerar forman un anillo verde que embellecen y limpian la atmósfera de la ciudad…; y así podríamos seguir enumerando otros muchos lugares que con su propia personalidad, hacen las delicias de los que la habitamos y disfrutamos esta hermosa ciudad que es Madrid.

Pero Madrid también tiene otros muchos rincones recoletos, magníficos, exclusivos, dispuestos sólo para el disfrute de los más privilegiados degustadores de novedades, al margen de la gran masa. Hoy queremos acercarnos (andando, después de la afortunada remodelación que sufrió en los primeros años de este siglo que la hizo peatonal) a la Cuesta de Claudio Moyano o Cuesta de los Libreros, permanente feria del libro de viejo, que como una ofrenda del pasado, sigue activa y revitalizada para el disfrute de los amantes de los libros, pegada a un lateral del Jardín Botánico, y paso de entrada a una de las más concurridas puertas del Parque del Retiro: la Puerta del Ángel Caído.

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