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A VUELTAS CON EL VERDADERO PARADERO DE LA TUMBA DE VICENTE BARRANTES

A VUELTAS CON EL VERDADERO PARADERO 
DE LA TUMBA DE VICENTE BARRANTES

Los bibliófilos, esos hombres tan extraños en estos tiempos de lecturas superficiales y vacuas, capaces de guardar todo tipo de papeles que puedan ayudarnos en el futuro a desenmarañar cualquier duda que se nos presente, vamos a dar nuevamente respuesta a una falsa noticia que se ha venido dando como buena respecto al enterramiento del prestigioso académico (don Vicente Barrantes fue académico de la Real de la Lengua, de la Historia y de San Fernando) y que ha servido para que a estas alturas de la historia, siga utilizándose el dato como inamovible.
         Había nacido en Badajoz, un 24 de marzo de 1829 y, como tantos jóvenes extremeños de clase media sin recursos económicos había ingresado en el Seminario de San Atón, lugar común en el que podemos encontrar los nombres de muchos de los más importantes personajes de las letras extremeñas de aquellos tiempos. La muerte temprana de su padre anuló cualquier posibilidad de proseguir los estudios en dicha institución religiosa, teniendo que ganarse la vida de los suyos con un trabajo como escribano del Cuerpo de Administración Militar.
         Nunca llegaría a terminar carrera alguna, pero su gran inquietud por la cultura y su claro entendimiento hicieron de él un gran erudito, sobre todo en cuestiones relacionadas con su tierra extremeña.
Como tantísimos extremeños de todos los tiempos que hemos pretendido salir de los limitados campos profesionales y culturales a que Extremadura nos condenaba a los muchachos sin recursos económicos, en 1848, se trasladará a vivir, ya para siempre, el joven Barrantes a Madrid. Son años de incertidumbres, de soledades dolorosas donde la falta de cariño materno y la nostalgia por la tierra hagan vacilar en mucha ocasiones la voluntad de seguir en la capital del reino.
         Pero Madrid ha tenido siempre un encanto especial para los jóvenes de provincia, y Barrantes, que desde que pisó suelo madrileño soñaba con abriese camino en el mundo literario, frecuentaría el mundo de la bohemia literaria que por aquellos años de mediados del siglo XIX se reunía alrededor de una mesa de mármol en cualquier café madrileño para arroparse en sus miserias y alimentarse con los deseos de triunfos venideros a falta de alimentos verdaderos con los que llenar sus estómagos. Este cuadro lo completaba el extremeño malviviendo en una concurrida pensión de la calle Jacometrezo.    
         Será por aquellos años de penalidades e ilusiones en Madrid cuando comience sus primeras incursiones en el mundo del periodismo y en estudios históricos y bibliográficos. Hombre de gran talante satírico, redactó por aquello años una revista titulada La Píldora, que fue prohibida por el Gobierno. Sus mejores trabajos periodísticos podemos encontrarlos en  La Ilustración Española, en Las Novedades, El Semanario Pintoresco Español, La Ilustración Católica y Los Niños, de Madrid, y en El Mundo Ilustrado, de Barcelona. Utilizó a veces los seudónimos de Publicio y Abate Cascarrabias en la prensa, y Modesto Infante, Bachiller Clarín Brocado y Barvic para publicar libros.
         Don Joaquín Entrambasaguas y Peña, en un hermoso trabajo sobre Mariano José de Larra titulado: Reliquias románticas, nos cuenta de los amores del recién llegado Barrantes con la hija mayor de Fígaro, doña Baldomera, a la que seguramente había conocido a través de su hermano Luis Mariano de Larra, contertulios ambos en el café Levante, amores desconocidos para muchos, pero confirmados de propia mano por Barrantes, cuando en el libro manchado por la sangre del suicida escribe: Este ejemplar de Macías se hallaba sobre la mesa del desgraciado Fígaro cuando se suicidó. Suyas son las dos manchas de sangre que tiene en la página 28. El ejemplar se hallaba en rama, cosa entonces más frecuente que hoy, y que me fue regalado por Luis Mariano de Larra con otros recuerdos de su padre en tiempos de mis amores con su hermana Baldomera. Y a continuación, con letra más moderna: Letra de mi padre, Vicente Barrantes, a quien he oído referir estos muchas veces. Madrid, 13 mayo 1904. Barrantes (Rública)

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